Al leer esta pregunta pensarás: ¿Cómo que quién es el líder de adoración? Y usted mismo se responderá: “La persona que han puesto frente al ministerio de música”. Te pregunto una vez más: ¿Quién es el líder de adoración?
El Espíritu Santo de Dios es quien nos guía, nos da la dirección, la programación, la capacitación, la preparación, la comunicación y toda la energía. Él lo hace todo. El dirigir la adoración no depende de nuestras obras o conocimientos, excepto el estar disponibles para ser sus instrumentos, hacer lo que Él desee para abrir nuestra boca y hablar sus palabras.
“Más el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas” (Jn 14-25)
Jesús instruyó a los discípulos para que permanecieran en Jerusalén hasta que llegara el Espíritu Santo. Mientras los discípulos esperaban,“ de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba” (Hch 2-2). El Espíritu Santo había llegado, llenado a los discípulos de la vitalidad espiritual que les daría valor para predicar y realizar milagros que probarán que su mensaje provenía de Dios. Él es el que nos da el poder y la autoridad para llevar la palabra a través de las alabanzas y a la misma vez ocurrirán milagros que probarán que estamos siendo guiados por el Espíritu Santo.
Cuando entendemos que el Espíritu Santo es nuestro líder y nuestro guía en la adoración, nos quitará un gran peso de encima, pero a la misma vez nos dará una gran responsabilidad ante Dios y ante su pueblo. Nos damos cuenta que no podemos hacer que haya adoración, no podemos crear adoración, porque la adoración siempre nace del espíritu. Tenemos la responsabilidad de abrir nuestros oídos y nuestro corazón a la voz del Espíritu Santo, porque Él guía cada uno de nuestro pasos para poder dirigir a la congregación a una genuina experiencia de adoración.
No importa cuánto sepamos, conozcamos o cuantos años de experiencia tengamos, siempre vamos a depender de Él, como la primera vez. En una ocasión que iba a dirigir la alabanza, llegue de prisa y le dije a uno de los músicos: “Apúnta estas canciones “y al final le pregunte: ¿Cómo que falta una al final, verdad? Y el me respondió: “No crees que le debes preguntar al Espíritu”. Llevamos tanto tiempo haciendo lo que hacemos, que puede llegar el momento que sin darnos cuenta haremos las cosas por nuestro conocimiento y no por el Espíritu.
La estrategia de nuestros servicios ha sido planificada con anticipación, no por nosotros, sino por el Espíritu Santo. Nadie puede planear mejor programa que Él, solo tenemos que estar dispuestos a seguir su dirección. Somos llamados a prepararnos y estar listos para apoyar al Pastor y juntos el ser guiados por el Espíritu de Dios.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”. Creo que aplica muy bien a nuestra relación con Dios, su Hijo y el Espíritu Santo. Cuando somos guiados por Él se nos nota. Si no conocemos y no somos guiados por el Espíritu nuestros momentos de adoración pueden ser huecos y en vez de llevar una espada de doble filo, llevaremos una de cartón la cual el enemigo destruirá fácilmente. Cuando la gente veía a los discípulos, notaban que habían estado con Jesús y que eran guiados por su Espíritu. Si nosotros hemos estado con Dios y somos guiados por el Espíritu, el pastor y nuestra congregación lo notarán en el momento de dirigir al pueblo en alabanza.
El poder para ministrar no viene por haber orado minutos antes de empezar una reunión. Pensamos que con tan solo orar antes de ministrar, todo saldrá bien. Hemos confundido la fuente de nuestra guía con nuestro carisma o conocimiento. Necesitamos tener una vida de comunión con el Señor y ser llenos del Espíritu Santo para ser usados con poder. El orar antes de una reunión no compensa nuestra falta de intimidad aunque el Espíritu se mueva.
Debemos proveer más espacio para que el pueblo sienta el liderazgo del Espíritu Santo.
En el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo movió a Pedro a predicar, atraídos por el milagro asombroso manifestado en las lenguas de fuego y en los idiomas hablados, la multitud que escuchaba a Pedro experimentó tanta convicción que lo interrumpió preguntando: “¿Qué tenemos que hacer para ser salvos?”(Hch 2:37). Pedro no tuvo que hacer un llamado, su audiencia se adelantó. Cuando seamos verdaderamente dirigidos por el Espíritu Santo y Él guíe nuestros momentos de alabanza y de la palabra, no tendremos que llegar a hacer un llamado al final de nuestra reunión porque nuestros altares estarán llenos de personas preguntando: “¿Cómo puedo ser salvo?”.
Esto es lo que hace falta en nuestras reuniones. Queremos hacer todas las cosas correctamente, tener las canciones del momento, tratando de hacer las cosas con nuestras propias fuerzas. Nos olvidamos que somos herramientas guiadas por el Espíritu Santo. Nuestra adoración realmente siempre será un evento espiritual. Así que busquemos la guía del verdadero líder, el Espíritu Santo.
Escrito por Joel David Morell Rodríguez.
(Fuente: https://www.directordealabanza.com/2014/04/23/quien-es-el-lider-de-adoracion/)